viernes, 20 de junio de 2008

MEMORIA CRÍTICA: ¿Cómo se constituye el Sujeto Pedagógico?

Introducción
El hecho educativo se realiza a través de una red de relaciones donde participan diversos sujetos dentro de un contexto legitimado como lo es la escuela, en la cual se constituye la praxis pedagógica de acuerdo a una determinada concepción u orientación ideológica, producto de un paradigma desarrollado en un tiempo y lugar determinado históricamente. De esta manera, cada paradigma histórico ha configurado la escuela, el hecho educativo, el discurso pedagógico y a los sujetos que generan las diversas y complejas situaciones educativas. Los paradigmas han definido al sujeto pedagógico dentro de diferentes concepciones a través de la historia; desde esta perspectiva se entiende que toda praxis pedagógica es generadora de sujetos a través de la acción o mediación de otros sujetos. El proceso de interrelación entre estos sujetos constituye el denominado sujeto pedagógico.
Se entiende por sujeto pedagógico “…la relación compleja entre el educador y el educando, producto de la vinculación entre ambos actores sociales” (Zaccagnini, 2002, p. 1). A partir de esta definición se concibe el rol de educador, del educando, de la escuela, de la familia y de todos los elementos que inciden en mayor o menor medida en el quehacer educativo del sujeto.
El sistema educativo venezolano ha definido al sujeto pedagógico a la luz de los diferentes modelos curriculares asumidos por el estado y la escuela, los cuales se han basado en diversas corrientes como el conductismo, el cognitivismo y el constructivismo, hasta tiempos actuales cuando la complejidad surge como paradigma emergente con la orientación de teorías humanistas y sociales como la Pedagogía para la Liberación de Paulo Freire, el Modelo Histórico-Cultural de Lev Vygotsky, la Pedagogía No Directiva de Carl Rogers, la Teoría Crítica, entre otros. Estos enfoques han dado origen a teorías que conciben al sujeto pedagógico como un ser total que puede cambiar, adaptarse, evolucionar y transformar su realidad dentro de una compleja red de sistemas interrelacionados entre sí. De acuerdo con el enfoque integral del sujeto pedagógico en el hecho educativo convergen el pensamiento, el lenguaje, los sentimientos, las emociones, la corporalidad y la espiritualidad.
Nos encontramos, sin duda, ante la constitución de un nuevo sujeto pedagógico en correspondencia con los tiempos cambiantes y complejos que determinan la actual praxis social. La sociedad universal del siglo XXI ha sido denominada la “sociedad del conocimiento”, donde el saber es la esencia transformadora de la realidad, la cual está cambiando a la misma velocidad de los nuevos saberes. Desde esta óptica, ya no hablamos de realidad absoluta, unitaria ni objetiva, sino de un fenómeno complejo generado por el mundo ideológico y social del sujeto, donde convergen fenómenos físicos, biológicos, psicológicos, sociológicos y culturales.
El propósito de la presente memoria crítica es constituir, a partir de teorías pedagógicas emergentes como la Teoría de los Sentimientos, la Pedagogía del Sentimiento y la Teoría Pedagógica basada en el Aprendizaje-Desaprendizaje-Reaprendizaje, al sujeto pedagógico en relación a sus aspectos fundamentales como son la relación educador – educando, el contenido y la evaluación, en el contexto de los fenómenos sociales contemporáneos.

Desarrollo
Los enfoques pedagógicos emergentes están enmarcados dentro de lo que se ha denominado “Pedagogía Desarrolladora” la cual se debate ante la “Pedagogía del Saber”, propia de la concepción tradicional, para generar una “Pedagogía del Ser”, fundamentada en la concepción humanista y dirigida hacia la felicidad plena del sujeto, concebido éste de manera integral y armónica dentro de su contexto socio-cultural y desde una perspectiva personal y creadora. Este enfoque se opone al tradicional, ya que no busca la continuidad de saberes y normas creadas por otros, ni exaltar al sujeto en función de sus habilidades y destrezas al servicio de los intereses sociales o grupales (Torres, 2007). En el siguiente cuadro se señalan los aspectos básicos de la Pedagogía Humanista en función de los elementos que constituyen al sujeto pedagógico:

Además del humanismo, el paradigma constructivista revaloró el rol de educando al considerarlo un sujeto activo capaz de construir el conocimiento atendiendo a sus intereses. Al respecto, Piaget, Vygotski, Ausubel y Bruner plantearon los principales fundamentos constructivistas, de los cuales la Teoría Evolutiva de Jean Piaget significó la base del modelo pedagógico activista al considerar tres grandes elementos del sujeto pedagógico que inciden en la construcción del aprendizaje: la maduración, la experiencia y el equilibrio. Para Vygotski, Piaget no consideró suficientemente el papel del medio y las relaciones interpersonales en la construcción del conocimiento, ya que, a su juicio, no puede entenderse el desarrollo del sujeto con independencia del aprendizaje culturalmente organizado.
La perspectiva de Vygotski contribuyó a fundamentar la raíz social del conocimiento humano, retomó el rol protagónico del educando y educador como sujetos pedagógicos y consideró el conocimiento como un legado socio-cultural. En este contexto, los sujetos pedagógicos son personas pensantes, críticas y creativas, “…apropiadas del conocimiento creado por la humanidad y en constante búsqueda de alternativas divergentes y éticas, para la resolución de los problemas que afecten a la sociedad” (Torres, 2004).
El modelo histórico-cultural caracteriza al educador como un mediador que establece una relación significativa con el educando al potenciar el desarrollo de las capacidades que no pueden desarrollarse de forma autónoma (Zona de Desarrollo Próximo); además, el educador selecciona, organiza y planifica los contenidos de manera flexible y variada a fin de garantizar procesos reflexivos y de “reorganización cognitiva” a través de la ejercitación y la reflexión. Este modelo implica la participación de un educando activo capaz de construir el conocimiento a través de la interacción intencionada con el medio social, donde el lenguaje, principal mecanismo de interacción, cobra especial importancia.
A la luz de los modelos pedagógicos emergentes, el sujeto pedagógico es un sujeto de conocimiento que supera al sujeto de aprendizaje, puesto que el primero se vincula a la producción mientras que el segundo a la reproducción de saberes. La praxis pedagógica debe promover y desarrollar las individualidades que el sujeto trae consigo ya que esto le permitirá conocer de manera activa y alcanzar, dentro de un nivel y con legitimidad, conclusiones válidas, otras verdades o verdades provisorias (Carbajo y Hernaiz, 2004).
Según Puiggrós (1990), actualmente el sujeto pedagógico está constituido por sujetos sociales. En este sentido, la autora define al sujeto pedagógico:
Los sujetos sociales (hombres, niños, mujeres, obreros, campesinos, indígenas, jóvenes, inmigrantes y muchos otros) participan en situaciones educativas. Todas ellas tienen como finalidad coadyuvar a la constitución y al cambio del sujeto. (...) En el sistema educativo moderno siempre se trata de sujetos (educadores) que intentan incidir en otros sujetos (educandos) para lograr que se transformen en adultos, ciudadanos, amas de casa, dirigentes, sometidos, profesionales o lo que fuere. (...) La educación como práctica productora de sujetos a partir de otros sujetos, es una mediación. Se realiza construyendo un sujeto mediador, que hemos llamado sujeto pedagógico. Con él nos referimos a la relación entre educador y educando, al producto de la vinculación entre los complejos sujetos sociales que ingresan a las situaciones educativas y los educadores, también sujetos complejos (p. 30).
Al respecto, los sujetos sociales de los últimos veinte años han experimentado un progreso tecnológico exponencial producto del mundo globalizado y la revolución económica, donde los cambios se dan a tal velocidad que los sujetos deben estar a la altura tecnológica de los mismos; sin embargo, estas capacidades no son suficientes dentro del contexto de la complejidad ya que los nuevos escenarios sociales requieren de nuevos perfiles personales, nuevas maneras de conocer, pensar y reflexionar. Esta triada dinámica es fundamental en el sujeto pedagógico e implica la interacción entre educador y educando. Aunada a esta triada está inexorablemente vinculada la dimensión afectiva del sujeto, esa relación entre sentimientos, emociones, intuición e imaginación que constituye el complemento del sujeto pedagógico conjuntamente con su cognición, su lenguaje, su corporalidad y espiritualidad, entendiéndose así como un ser total y único.
En este contexto surge la “Pedagogía del Sentimiento” como una relación dialógica entre las razones de la razón y las del corazón. Visto así, el hecho pedagógico no se circunscribe al mero cumplimiento de una programación ya que es, ante todo, un acto de amor.
No hay auténtico proceso educativo sin generosidad, sin afecto, sin emoción, sin sobrecogimiento y ternura, y el verdadero cometido de la educación es capacitarnos para amar. Somos lo que somos por los encuentros que hemos tenido (…) El conocimiento nunca fue una intelectualización, sino un proceso de iniciación. Amar es la aventura más difícil porque no es un sentimiento, son hechos, y el altruismo no es una cosa innata, hay que aprenderlo. Es una provocación a la generosidad del ser, una llamada, una invitación a la creatividad. Es iluminar, esclarecer, hacer transparente en colaboración con el otro. No se aprende en un día a tener un corazón disponible al otro y a valorarlo como a una persona concreta e irremplazable. Como decía Rebeláis: "el discípulo no es un vaso que se llena sino un fuego que se enciende" (Rodríguez, 2008).
Es indispensable devolverle el sentimiento a la relación entre los sujetos pedagógicos, ence
nder esa chispa de emoción positiva ante el hecho pedagógico para motivarlo y crear espacios para la imaginación, la alegría, el regocijo por aprender. El psicólogo suizo Carl Jung señaló hace más que siete décadas que el problema del sujeto moderno “…no es el de reemplazar las funciones del pensamiento y la percepción por las del sentimiento y la intuición; se trata de revalorizar las segundas para buscar una síntesis entre dimensiones psíquicas que en la modernidad tienden a operar de manera escindida” (Citado por Saenz, 2003, p. 2).
La omisión de los sentimientos y el mundo afectivo en general en el hecho educativo se manifiesta en la selección de los contenidos, los métodos y las técnicas de enseñanza y de evaluación de los aprendizajes. El modelo tradicional dominante sigue apostando por el cumplimiento de una programación alejada del contexto del educando, sin un sentido significativo para construir un conocimiento de largo plazo, además, estos contenidos son abordados con estrategias dirigidas a la reproducción de saberes con sus correspondientes formas de evaluación. Según Ugas (2008), en la actualidad el acto pedagógico se ha reducido a un mero deber administrativo, producto de las exigencias del sistema, lo que limita al docente en la implementación de estrategias innovadoras, diferentes, pero que incide en la continuidad de esquemas tradicionales sin la menor consideración de las necesidades y sentimientos del sujeto en formación.
En el contexto de una nueva pedagogía que atienda a los sentimientos, el sujeto pedagógico es abordado de manera integral con contenidos que le permitan su aplicación práctica en situaciones concretas y reales, que le sean significativos al ser pragmáticos y contextualizados; asimismo, el abordaje de estos contenidos deben promover el conocer, pensar y reflexionar acerca de los mismos a través de estrategias innovadoras que promuevan la participación individual y colectiva. Por otra parte, el error debe constituir una herramienta de aprendizaje, conjuntamente con la crítica y el diálogo, haciendo de la evaluación un acto de exploración, descubrimiento y reflexión.
La dicotomía entre razón y sentimiento ha llevado a una práctica pedagógica alejada de la condición humana, centrada en el academicismo, en la reproducción de saberes, en la exaltación del saber por encima del ser; esta realidad ha desvirtuado el propósito de la educación que no es más que formar integralmente al individuo para que se desarrolle en forma plena sin más obstáculos que los derivados de sus propias limitaciones. Desde esta óptica, es necesario desaprender prácticas pedagógicas que operen de manera dividida la cognición y los sentimientos, siendo la Teoría Pedagógica una herramienta que nos permite, sencillamente, eliminar o erradicar las prácticas desvirtuadas aprendidas y dejar espacio para todo aquello que necesitamos aprender para operar en pro de una “Pedagogía Desarrolladora”.
Según Sánchez (1997), “el desaprendizaje es un eslabón ubicado entre el aprendizaje y el reaprendizaje. No podemos aprender algo nuevo si no desaprendemos antes” (p. 1). Esta teoría es aplicable básicamente en la educación de adultos o Andragogía, traduciéndose a una “segunda oportunidad”.
De esta manera, el propósito de los paradigmas emergentes es construir una propuesta pedagógica alternativa y, por lo tanto, constituir un nuevo sujeto pedagógico cuya relación compleja educador-educando esté orientada hacia el aprender a conocer, pensar y reflexionar sobre sí mismo, la familia, el entorno, la escuela, los contenidos, la realidad social. Lo que se busca es constituir un mejor ser, un sujeto pedagógico liberado de esquemas verticales, que se conecte con su mundo interior, presto a aprender a aprender y aprender a desaprender para reconstruir nuevas estructuras cognitivas, inteligente emocionalmente, creativo y transformador de su realidad.
Estos planteamientos deben llevarse a cabo dentro de la propia naturaleza del pensamiento complejo, circunscritos tanto con la realidad local como la planetaria, vinculándolo a una red de múltiples dimensiones como las que caracterizan a la realidad social, se trata, al fin y al cabo, de constituir a un nuevo sujeto social.

Conclusiones
Las teorías de las Inteligencias Múltiples, el Cerebro Triuno y la Inteligencia Emocional vuelven al pivote en la práctica pedagógica. La integración de los hemisferios cerebrales, el derecho (inteligencia asociativa, creativa e intuitiva; holística, libre de expresar los sentimientos, se relaciona con el mundo de las sensaciones y emociones más que con los códigos verbalmente lógicos) y el izquierdo (asiento de la inteligencia racional, es secuencial, lineal, paso a paso; posibilita el razonar y relacionar los pensamientos en forma secuencial y lógica), en el hecho educativo se hace hoy algo mucho más que un nuevo modelo pedagógico, se trata de otra oportunidad, una nueva forma de mirar la pedagogía, una nueva propuesta alternativa, un movimiento pedagógico insurgente.
Desde las perspectivas emergentes el sujeto pedagógico es revalorado en su dignidad del “Ser”, es abordado desde múltiples dimensiones, tan complejas y variadas como su mundo ideológico. La práctica pedagógica y, en general, la escuela, permite desde la complejidad nuevos espacios para conocer, pensar y reflexionar; los educadores se convierten en verdaderos agentes de cambio, en investigadores y experimentadores natos; el educando se reivindica en su totalidad, es educado para el desarrollo pleno, la emancipación y el alcance de la felicidad.
El primer desafío que presenta el sujeto pedagógico (educador), es conectarse con sus propios sentimientos en el hecho educativo, facilitar a otros sujetos (educandos) la expresión de los mismos y lograr, en un clima armónico, de comunicación y aprendizaje, que el poder de los sentimientos invada todos los espacios para reencontrarse con la maravillosa y reconfortante condición humana.

Bibliografía Consultada
Carbajo, A. y Hernaiz, M. (2004). Sujeto: De la modernidad a los nuevos sujetos pedagógicos. Ficha de Cátedra. Disponible en:
http://www.fhcs.unp.edu.ar/catedras/pedagogia/Fichas/12%20FICHA%20DE%20SUJETO%20PEDAGOGICO.htm
Cullen, C. (1999). Cuerpo y Sujeto Pedagógico: De malestares, simulaciones y desafíos. Documento en Línea. Disponible en: http://www.efdeportes .com/efd13/ccullen.htm.
Puiggrós, Adriana. (1990). Sujetos, disciplina y curriculum en los orígenes del sistema educativo argentino. Buenos Aires: Galerna, 1990. Pág. 30. Biblioteca en Línea. Disponible en:
http://www.bnm.me.gov.ar/e-recursos/glosario/letra_s.php
Rodríguez, L. (2008). El hecho educativo como un acto de amor. Complejidad y Modelo Pedagógico. Blog del Ciclo de Conferencias sobre Educación Y Complejidad. Blog en Línea. Disponible en:
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Saenz, Javier. (2003) Hacia una pedagogía de la subjetivación. Documento en Línea. Disponible en: http://www.adepac.org/P06-3.htm
Sánchez, F. (1997). Aprendiendo a desaprender. Documento en Línea. Disponible en:
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Ugas, G. (2008). Teoría del sentimiento. Video educativo con fines didácticos para el curso Visión Emergente de la Educación en el Ámbito Socio-Político de la Maestría en Educación Robinsoniana.
Zaccagnini, Mario C. (s/f). Configuraciones del Sujeto Pedagógico Contemporáneo. Documento en Línea. Disponible en:
http://www.fchst.unlpam.edu.ar/iciels/171.pdf